Hace unos días a Sergio se le bajó el azúcar en casa justo antes de salir a buscar a Hermi al colegio. Le debió dar esta vez mucho dolor de cabeza, porque no paraba de gritar y echarse manos a la frente. Le di zumo y lo acurruqué tapándole la cabecita con una chaqueta y empecé a mecerle. No se le quitaba.
Envie unos whatsapp a unas mamis para que avisaran a Hermi de que llegaba tarde pero como estaba lloviendo a cántaros nadie lo miró.
Y yo acurrucando a Sergio y pensando en mi nena linda esperándome con aquella lluvia.
Ella, se las apañó muy bien, le pidió el móvil a una amiga y me llamó. Le dije que se quedara en portería, que me esperara allí que Sergio estaba mal (ya ella oía como estaba) y me dice: tranquila mami. Tú tarda lo que tengas que tardar que yo estoy bien.
Sergio tardó 10 minutos en recuperarse del azúcar pero 45 minutos en recuperarse de la perreta y probablemente del dolor de cabeza más. Yo creo que nunca había tardado tanto. Y Hermi me esperó en el cole una hora.
Bajé muy estresada, conteniendo las lágrimas para no preocupar a Hermi. Cuando sube al coche me vitorea "Esa mami, esa mami, eih!! eih!! Con la sonrisa de oreja a oreja y me dice: eres una supermami... Y rompí a llorar como una descosida en el coche cuando ya mis niños estaban bien los dos.
Creo que me gusta esta profesión de ser madre. No está remunerada pero es muy gratificante. A veces tan intensa como una montaña rusa, pero sobre todo, llena de emociones y motivación.
Tengo la suerte de tener unos hijos maravillosos.
Crecen muy rápido....
¡Ánimo, aplicado el corrage de toda una madraza!
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